HORARIOS DE LAS CELEBRACIONES DE SEMANA SANTA 2024

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JUEVES SANTO

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VIERNES SANTO

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RESURRECCIÓN!!!!

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NUESTRA MADRE DEL CARMEN DE ÍLLORA

CELEBRACIÓN VIRGEN DE LOURDES 2018 EN LA PARROQUIA DE ÍLLORA

jueves, 16 de diciembre de 2010

18 de Diciembre: María, nuestra Estrella de Esperanza

Virgen de la esperanza

Padre Pablo Largo Domínguez cmf

Lc 1, 39-45

En este último domingo de Adviento, nuestra mirada se dirige a la figura que mejor representa este tiempo: María. Ella es Nuestra Señora del Adviento, Nuestra Señora de la Buena Esperanza. ¿Andamos escasos de esperanza? ¿Está nuestra esperanza humana herida por haber sufrido serios desengaños? ¿Hemos ido viendo que tantas expectativas nuestras, tantas ilusiones, no se han cumplido y han ido cayendo a tierra como los pétalos de una rosa ajada?

Podemos pensar: mi salud está averiada, mi familia no es como yo la soñaba, los amigos se han alejado, en la profesión no he alcanzado los puestos a que legítimamente aspiraba, la vida pública está plagada de zancadillas y luchas sordas o estridentes que le quitan toda o, al menos, mucha nobleza, la insolidaridad abunda; y así sucesivamente. ¿Nos parece incluso que la vida un fraude? ¿Ha dejado de ser un Adviento para nosotros? ¿Consideramos que no vale la pena luchar por nada, pues todo a va seguir igual, si es que no acaba yendo a peor? ¿Nos suenan a músicas celestiales, demasiado remotas, demasiado ajenas, las mismas promesas de Dios a sus hijos?

Nuestro talante puede ser desesperanzado, por los motivos que sean, o quizá alienta en nosotros una firme esperanza. En cualquier caso, en este último domingo de adviento la Iglesia nos invita a dirigir la mirada a María, esa joven mujer a punto de ser madre. Podemos acercarnos a ella como quien acude a una escuela de esperanza. No sabemos cómo acumuló y concentró en sí la esperanza de su pueblo, pero la verdad es que esa larga esperanza se convirtió en una realidad en ella. No es que le tocara la lotería del Niño. Los designios de Dios no son una lotería. Las elecciones de Dios no son un juego de azar. Él elige libre y certeramente. Por eso, al fijarnos en María, podemos sospechar que esta joven ha hecho madurar la historia. Podemos afirmarlo incluso: realmente María hizo madurar la historia de su pueblo y la historia de los hombres. Por eso lleva en su seno un niño, el prometido por Dios para su pueblo y para todos los pueblos. Contemplando su seno florecido podemos vislumbrar que la vida no es un fraude, aunque no todas nuestras ilusiones se cumplan.

María aparece también hoy como la Virgen del encuentro. Ella, joven, visita a Isabel, una mujer mayor. Y el encuentro de las dos futuras madres no puede ser más feliz. Sabemos de las dificultades que hay para el encuentro y para la comunicación profunda entre las generaciones adultas y las jóvenes. Quizá abundan más los choques que los encuentros, o quizá simplemente cada uno tira por su camino, más o menos desentendido del otro; cada cual (quizá sobre todo el joven) va a su bola. De ahí lo envidiable de esta escena, que es también una escuela para el encuentro. Recorrer un largo camino como el que separaba (y unía) a Nazaret y Ainkarem, llevar el saludo a la otra persona, desearle la paz, como hacían los israelitas, si se hace de corazón, puede tener como fruto que se franqueen barreras entre generaciones y sensibilidades distintas. Y en el
encuentro surgirá, muy desde las entrañas, el don de la alegría.

En la letanía lauretana que se suele rezar después del Rosario dirigimos a María estas dos invocaciones: Madre de la Esperanza , Causa de nuestra alegría. Contemplémosla, con corazón despierto, durante los próximos días. E invoquémosla con esos dos títulos, pidiéndole que ruegue por nosotros. Quién sabe si Dios no lo limpiará de toda esa maleza de desilusión, de desencanto, de desespero que ha podido brotar en él. Quién sabe si no depositará en nosotros unas semillas de esperanza y de alegría. Quién sabe si no afianzará más la esperanza que ojalá ya nos habite. También nosotros podemos recibir una visitación. Abrámonos a esta concreta esperanza.

Fuente: fluvium.org

María, Estrella del Adviento


Estrella Del Mar (Stella Maris).

En la oscuridad de la noche, los navegantes por siglos confiaban en las estrellas para orientarse hacia el puerto seguro. La Virgen es la estrella de la evangelización que nos lleva a Cristo, puerto seguro.

El libro de Reyes, 18, 45- 51, describe una pequeña nube que, elevándose sobre el mar, anunció a Elías mientras oraba en el monte Carmelo, la venida de la lluvia. Esta era una gran noticia pues anunciaba el fin de la grave sequía. La Virgen es como esa nube, signo del fin de la sequía. Jesús es la fuente que nos sacia la sed de Dios.

Los carmelitas, nacidos espiritualmente en el monte Carmelo le llamaron a la Virgen «Estrella del Mar». Muchos escritores muy antiguos también le llamaron así a la Virgen: S. Jerónimo (siglo IV), Isidoro de Sevilla (siglo VI), Alcuino de York y Rábano Mauro (siglo IX). Pascasio Radberto escribe en el siglo IX: «María es la Estrella del Mar a la que debemos seguir con nuestra fe y comportamiento mientras damos tumbos en el mar proceloso de la vida. Ella nos iluminará para creer en Cristo nacido de ella para salvación del mundo."

El Himno Ave Maris Stella (Salve estrella del mar) es del siglo VIII o IX.

San Bernardo le dedicó a la Virgen, Estrella del Mar, un poema:

Si se levantan los vientos de la tentación: si te arrastran hacia los acantilados de la desesperación... mira la estrella; invoca a María.

Si están a punto de ahogarte las olas de la soberbia, la ambición, la envidia, la rivalidad...mira a la Estrella; Invoca a María.

Estrella de la Mañana. Antes de salir el sol, hay una estrella que, por ser mas brillante que las otras, permanece aun durante el alba. Es la estrella de la mañana que anuncia el día. María nos anuncia la llegada del Señor, el Sol que viene.

María: Estrella del Mar

Lope de Vega (1562-1635)
le dedicó una hermosa poesía:

Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre Virgen,

Tomando de Gabriel
el Ave, Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.

La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.

Muéstrate Madre, y llegue
por Ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.

Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.

Vida nos presta pura,
camino firme allana;
que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.

Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
Una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias.



http://www.corazones.org/maria/estrella_mar.htm