Fue natural de Nicomedia e hija de Dióscoro,
noble y rico, pero idólatra. No tenía más hija que Bárbara, en la que
Dios había reunido admirables cualidades, entre ellas la de hacerla
cristiana. Cuando Dióscoro lo supo arrojóse sobre ella cuál el lobo
sobre la oveja, arrastróla por los cabellos y descargó sobre ella tan
terribles golpes, que la dejó medio muerta. En esta disposición la
presentó al presidente Marciano, quien, no pudiendo reducirla a la
adoración de los falsos dioses, la hizo atormentar y encerrar después en
la cárcel, donde la visitó su celestial Esposo Jesús, curándola
instantáneamente todas sus heridas. Perdida por el presidente la
esperanza de vencerla, la hizo azotar horriblemente, rasgar sus carnes
con garfios, aplicarle hachas encendidas, golpear su cabeza con un
martillo y cortar los pechos. Últimamente la hizo degollar, tomando su
mismo padre el verdugo, el día 4 de Diciembre de 238, a los diez y ocho
años de su edad. El Cielo envió un rayo que hizo perecer allí mismo a
tan bárbaro padre.
Oración
Señor,
que diste a santa Bárbara una increíble fortaleza
para soportar los mayores ultrajes y tormentos por ser fiel a
Ti, te pedimos que, como ella, nosotros seamos fuertes en la adversidad
y humildes en la prosperidad para alcanzar como ella la eterna
bienaventuranza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.